TETAS, FÚTBOL Y CAÑAS
Un varón no nace con el típico pan debajo del brazo. Nace con un balón en los pies. Este objeto esférico, se demostrará con el tiempo, no es otra cosa que una herramienta de hipnosis que genera en el varón un efecto inmediato y vitalicio: la parálisis cerebral. En los primeros años de vida (hecho comprobado tras muchas investigaciones de campo), los niños odian a las niñas. Porque mientras ellos corren detrás del extraño objeto, le dan cabezazos y se molestan en que no pase la línea delimitada por tres palos, ellas no hacen otra cosa que cambiarles de vestido a tétricas figuras plásticas de piernas largas y cabellos preferentemente rubios, y darles de comer a macabros bebés que, cada vez con más realismo, lloran, cagan y dicen de forma enlatada “ma-má”. Este comportamiento se mantiene inalterado unos once años, momento en el cual, a ellas comienzan a surgirles curiosas protuberancias entre el cuello y el ombligo. Son TETAS. Esta curiosa forma corporal, de la que carecen los varones en su mayoría, induce de inmediato un recuerdo en ellos: la lactancia. La lactancia es una de las pocas épocas plenamente felices del ser humano. En ella sólo te dedicas a chupar, comer, eructar y dormir. El auténtico paraíso. Y aquí empieza la verdadera competición. Ellas se percatan de su nueva arma de poder. Y se han pasado años viendo como ellos se matan por una pelota. El objetivo empieza a ser cazar al mejor de cada especie. En este momento empieza la frenética lucha que desembocará en seguir la línea: pareja-centros comerciales-matrimonio-hipotecas-niños-muerte. El binomio fútbol-tetas marca la vida del varón durante casi toda su vida. Es apenas incapaz de tener otras inquietudes, generar otros tipos de conversación, pensar más allá de estos dos fenómenos. La mujer no entiende bien este concepto, pero lo asume dado que tan escasa actividad cerebral hace que sean más sencillos sus propósitos de Seguridad y Procreación. Pero nada es perfecto en esta vida anunciada. El fútbol es uno de los deportes pseudo-gays más extendidos: veintidós jovencitos multimillonarios en calzoncillos corren desesperados y sudorosos tras ese esférico que no deja de moverse con el único fin de estamparlo contra una red para saltar, abrazarse, besarse, bailar y lo que surja. Los varones, confusos, notan cómo desearían formar parte de esa bacanal de alegría y gozo. Y ante el nacimiento de esa incipiente bisexualidad, generalizada en el género, se inicia la necesidad de BEBER. ¿Lo más barato? Las CAÑAS. Las borracheras lo justifican todo: desde la exaltación de la amistad a los cantos regionales, pasando por las descalificaciones a la autoridad. Así, también los arrebatos bisexuales estarán justificados. Eso sí, sin mariconadas.
Aproximadamente, un 20% del género masculino no entiende este patrón. Curiosamente son los raros, inadaptados e invertidos patológicos en la mayoría de los casos.
4 comentarios:
Buenísimo tu artículo, Enol. Esperemos que algunos hombres y mujeres se rebelen y salgan de este esquema tan real como la vida misma.
Un beso
Ana
Te equivovas ENOL.
Además de las tetas y el balón, en la mente del hombre aún pueden caber otras grandes preocupaciones e inquietudes, como son, los caballos de potencia, unas excelentes prestaciones y una línea volumétrica aerodinámica muy elegante y diferenciada (bueno, diferenciadora también, entre resto de la masa)
chan y mas chan! por las variadas cosas que decis; bastante cierto pero es que a veces la vida se vuelve repetitiva (?).
nuevamente chan!
Pégame.... pero no me dejes!! Qué sí, que ya también se da el caso contrario. En México no tanto, o no es tan sabido.
Un gran beso Enol... te sigo, calladita, pero te sigo.
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